jueves, 6 de octubre de 2011

La selección une



Estamos a cinco días del esperado encuentro con Paraguay y con ello, el inicio de un nuevo proceso clasificatorio para un mundial. La gente en el trabajo, de pronto, está con un ánimo particular, no necesariamente el mejor, simplemente se les nota más ansiosos de lo recurrente. Cada uno, sorprendentemente, quiere cerrar sus pendientes cuanto antes, quiero decir, cuando menos antes del viernes por la tarde. Perú juega con Paraguay y la gente vibra distinto, las miradas tienen un solo objetivo, las mentes están pintadas de blanco y rojo. ¡Señores, empezó nuestro mundial!

Era lunes por la mañana, exactamente a las 9:12 a.m., la gente todavía se acomodaba en sus asientos luego de un fin de semana de relajo y, como es usual, yo revisaba mis correos del trabajo. Uno por uno, línea por línea, demorándome, creyendo que así, el tiempo pasaría más rápido y estaría de vuelta en mi cama cuanto antes. De pronto, me doy con la sorpresa de que Carlitos, el “Leo Prado”, me había escrito. Él es un buen amigo del colegio, muy aplicado, muy responsable, un caballero con todos, un gran tipo. Él, tenía una virtud más, el fútbol era su pasión y cuando de jugarlo se trataba, fue siempre un crack en la cancha. Recuerdo que mi primera –y única- camiseta de arquero, me la regaló él.

Hoy coincidentemente, él también anda metido en el mundo de recursos humanos al igual que yo. Me escribió, me dijo para vernos, que hacía tiempo no conversábamos. Le dije que nos encontráramos en un parque conocido de Miraflores luego de que cada uno terminase de trabajar. Fue así, al día siguiente, llegué minutos más temprano que él, me senté al frente de una enorme iglesia en donde una pareja de jóvenes estaba esperando para entrar y casarse. Mucha gente bien vestida mientras que yo, a duras penas estaba con unos zapatos de gamuza, un jean desgastado y la camisa que la tía Marilú Llosa me había regalado. Bajé la mirada para ver la hora en mi celular, eran las 7:36, alcé la misma y lo vi caminar a un metro de distancia. Le grite: “Carlitos”. “Habla”, me dijo; y resumimos las palabras que queríamos decir en un abrazo de amigos.

Fuimos a una concurrida sanguchería de la esquina de la iglesia que, por razones que desconozco y me abstengo a indagar, ha crecido bastante y al parecer es muy popular en la zona. Me pedí un sándwich “Preferido”, así le llaman, y nos sentamos a conversar. Naturalmente la conversación, en un inicio, giró en torno a lo que nos había pasado últimamente; el trabajo, las novias, las salidas, entre otros tópicos sin mucha importancia. Estaba por dar el cuarto bocado de mi “Preferido”, que la verdad es que de preferido no tuvo nada, cuando Carlitos soltó la pregunta, ¿cómo ves el partido del viernes? Dejé mi sándwich y recién ahí entendí por qué es tan grande nuestra selección.

Hablamos un par de horas solamente de ella, de cómo creíamos que iba alinear el mago, de cuán beneficioso era jugar con los 4 fantásticos, de lo bien que nos fue en la Copa jugando con 3 de contención, concordamos en que Markarián era literalmente un sabio de la vida. Una vez más, coincidencias o no, Sergio, antes de ser entrenador fue Gerente de Recursos Humanos de una empresa con más de mil empleados a su cargo. Algo de experiencia de manejo de personas conoce. Hablamos de la magia que rodea la selección, que aún cuando estuviéramos en la cola de la tabla, todos esperábamos que juegue Perú con ansias, pero mucho más, si es el primer partido de la clasificatoria, mucho más porque hoy, la gente cree, sueña, se ilusiona y alienta de corazón.

Hoy entiendo que la selección es mucho más que Pizarros, Guerreros, Vargas o Markarián. La selección somos todos, es un país que se detiene para gritar sus goles, para llorar sus derrotas, para abrazarse aún cuando nunca conociste al señor que se sentó a tu lado en el restaurant. Se detiene el taxista para sintonizar la radio, el bodeguero cierra sus puertas en lo que dure el partido, los supermercados permanecen vacíos a menos que vendan electrodomésticos y pongan el canal del partido. En lo que dura el partido, nuestros corazones serán rojo y blanco. En la hora del partido, todos seremos uno, todos seremos la blanquirroja.

La selección une, ¿a alguien le quedó la duda?





domingo, 17 de julio de 2011

Magia en cuartos de final


Sábado 16 de julio de 2011, 4 de la tarde. Tiro libre para Perú. Vargas lanza el centro, el arquero colombiano deja el balón picando y Carlos Lobatón patea el balón con el corazón de todos los peruanos que veíamos el partido. Fue gol, fueron gritos, fueron abrazos, fueron llantos, fueron sueños, fue vida. De ahí en más, todos vimos el partido de pie. Nadie volvió a sentarse, nadie volvió a tomar del vaso. Todos nos agarrábamos el mentón, cruzabamos los brazos y veíamos el reloj. Minuto 110 del segundo tiempo del alargue. Paolo Guerrero roba un mal despeje del guardameta colombiano, se derije al arco, engancha a Perea y descarga para Juan Manuel Vargas...

Cuando el año pasado, se anunció que Sergio Markarián sería nuestro Director Técnico, muchos pensamos que era una buena decisión, que con él algo más podíamos hacer, pero nunca creímos que fuera a cambiar tanto nuestra selección. Cambiamos desde el juego, situación que hace 2 años era impensada. Hoy, Perú tiene una identidad, Perú juega a algo. Cambiamos desde lo táctico, tenemos una estrategia defiinida por partido y según el rival, cambiamos en la solidaridad, mejor dicho, hoy el equipo es solidario. Sin embargo, hoy este equipo, más allá de todo, tiene actitud, voluntad, tiene verguenza deportiva, tiene garra, tiene corazón, tiene alma. Esta selección, está viva.

Es importante ello porque nos podrán decir que ratoneamos todo el partido, que somos defensivos, lo que quieran; pero hoy, nadie podrá decir que no jugamos dejando la sangre, dejando la vida, dejando la piel. Lo que hoy tenemos como actitud no se puede cuantificar. Este equipo deja todo y eso da gusto. Podemos perder, sí y vamos a perder varios partidos, pero que duda cabe que van a dejar la piel en la cancha. Esto y las otras cualidades que hoy posee la selección, se la debemos a su cuerpo técnico y muy en especial, a Sergio.

Un técnico de nivel, serio, estudioso, cauto, humilde y sobre todo, con ganas de hacer las cosas bien. Si nuestros jugadores tienen un entrenador como él, ¿cómo no van a dejar la sangre en el campo?

No obstante a lo conseguido, a la victoria imborrable contra Colombia, al logro de llegar a semifinales de la Copa América, luego de 14 años, más allá de las cientas y miles de botellas que se destaparon ayer; lo cierto, es que esto recién comienza. Estamos dando los pasos correctos, hemos, por fin, tomado la ruta indicada pero entendamos que el camino es largo. No desesperar, no celebrar demás; el martes jugaremos el partido de nuestras vidas. Todos queremos seguir soñando, todos queremos seguir gritando, todos queremos seguir llorando. Sea cual sea el resultado con Uruguay, estoy seguro que al término del mismo, todos nos vamos a parar y apludiremos a este equipo y a este entrenador por devolvernos la ilusión.

... Vargas, el capitán de la selección, recibe de Paolo, la acomoda con su botín izquierdo y sin pensarlo dos veces, clava en el ángulo todos nuestros gritos de gol. Es el segundo de Perú, es el de la victoria, es del loco Vargas, es de todos nosotros, es el de nuestras vidas, es el que hizo que todos nuestros ojos se llenen de ilusión, de esperanza, de querer, de soñar, de vida.

Perú le ganó a Colombia y hoy está entre los 4 mejores de la Copa América. Nunca nadie pensó que con estos 23 jugadores, con todas las lesiones que tuvimos, y con todo lo mal que nos fue en los últimos años, íbamos a lograr estar en semifinales. Otra vez tú Markarián, otra vez uruguayo bendito.

Gracias Mago por ilusionarnos con tu magia.

http://www.youtube.com/watch?v=TG-5-MaHAGE