miércoles, 17 de octubre de 2012

Nuestro aliento alzheimeriano

Hoy amanecí sin ganas, no me quise levantar sino hasta que dieron las 07:23. Cuando estuve en la ducha me quedé ahí varios minutos, como descargando todo lo negativo que ayer me produjo ver el partido y que encima, nuestros jugadores no dejasen la piel en cada dividida. Un equipo desganado, dando la impresión que con solo presentarse iban a ganar el partido. Un desastre, tan desastre como el tráfico que agarré hoy cuando me venía a San Isidro, mientras la llovizna que caía sobre mi parabrisas me decía que ayer dejamos pasar la oportunidad de acercarnos. Quizás haya sido única.
Mientras manejo por la Av. Basadre, pienso: Ayer pudo ser un día diferente, pudimos estar a un punto de los que pelean ese 5to puesto para clasificar al mundial pero no lo fue. Perdimos y lo hicimos jugando pésimo. No hubo juego, no tuvimos ideas, no hicimos 3 pases seguidos, no hubo rebeldía ni actitud. Ayer fuimos justos perdedores.
-          ¡Animal! ¡Estás en rojo!
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El día transcurre frío, ni si quiera tuve ganas de revisar los titulares de los diarios en la web, todos deben estar hablando de la paupérrima presentación que hicimos y de lo mal que jugamos. Me río cuando leo que algunas personas se quejan de por qué ahora la gente critica a Guerrero si antes lo idolatraban, ¡qué novedad! Los peruanos somos así. Esto no es nuevo, pasó en la anterior eliminatoria, pasó con Farfán, pasó con Fano, pasó con todos. Somos así también cuando nos quejamos de por qué la policía nacional es tan corrupta pero a la semana siguiente te paran y le entregas tu brevete, SOAT y diez soles para la gaseosa. ¿Qué podemos hacer? Es nuestra sociedad que sufre de alzhéimer, que sólo ve y dice lo que conviene, que se sube al carro cuando todo va bien pero al primer tropiezo somos los primeros en dar la espalda.
Desde esta humilde tribuna seguiremos alentando al equipo con la ilusión de que en alguna clasificatoria podamos llegar al mundial. Muy probablemente no lleguemos a este, seguro al 2018 tampoco pero el aliento de la hinchada seguirá igual, seguiremos renegando, gritando, abrazándonos, olvidando, comprando entradas carísimas, comprando camisetas, bufandas, seguiremos creyendo, ilusionándonos; porque somos así, sufrimos de alzhéimer y no tenemos cura.